Siempre será música, libros y un Chai

Disfruto tanto escribir, y cuando lo hago me gusta hacerlo con una taza de té Chai (Vainilla mi favorito) o bien una taza de café, en medio de mi soledad; una soledad que para nada se torna incomoda, con mi música que logra poner en completo silencio de todo lo que acontece a mi alrededor. Y es aquí en donde mi alma se ve sumergida en completa complicidad con mis sentidos y pluma.

Acá comprendo como mi cerebro se conecta mejor con mis manos que con mi lengua, las palabras fluyen, el sentir profundo de mi ser fluye, y es una manera tan espontánea que no debo detenerme mucho a pensar lo que quiero plasmar, transmitir.

Mi gustó y pasión por la lectura me fue activando nuevamente a las ganas de escribir. Y esta pasión la había dejado olvidada en algún rincón de mi vida con el pasar del tiempo, por muchas circunstancias que no cabe mencionar acá. Hacía años que había olvidado lo que leer puede provocar en mí ser.

También escribo un poco para lograr entenderme a mi misma y exorcizar neurosis y demonios. Me gusta escribir de muchas cosas, cosas que me han pasado o pasado a otras personas, contar sus historias y las mías, a veces ciertas, otras inventadas. Pero en especial me gusta escribir de amor.  Y es que el amor es esencial, básico y el motor que mueve al mundo, a sociedades.

El amor es lo único que nos permite poder sentir que nos podemos agarrar de él y no sentir que caemos al abismo de las cosas, de la vida sin sentido. El amor da felicidad, energía, alegría y es por eso que es el tema que más me gusta abarcar. Y no me refiero sólo a ese amor <>, sino al amor filial, paternal, amor fraternal, amor por UNO MISMO… ese amor por el prójimo.

Y acerca de ese amor EROS…

Será porque me gusta creer en él, creer que es lo que nos mueve a todos, que todos andamos en búsqueda de ese amor único, especial, tuyo; capaz de mover y desestabilizar tu cosmos, ese ser maravilloso que te recuerde porque estas viva (o), lo que eres, lo que eres capaz de hacer; ese ser hecho a tu medida, la persona que eriza tu dermis y debilita tu universo. Ese tipo de amor que te haga estar segura(o) que el «Amor nunca deja de ser» (1Cor. 13:8).

Siempre cuando escribo me da esa sensación de querer llegar a muchas personas, de estar enviando un mensaje a miles de ellas y que sintieran este sentir. Y curiosamente por azares del destino llegó una persona que me dijo: ‘Leerte me ha ayudado, lo cambiaste todo. No dejes de escribir, ni de ser tú’ y esto me motivo a volver hacerlo, a reencontrarme con mi yo interno, quien se había olvidado en un armario por muchos años.

No soy una escritora de profesión, ni tengo algún método para escribir… esto sólo fluye de la nada, o quizás del todo. Escribir es una manera de vivir, lo que escribo tiene su vida propia; tiene autonomía.

Y cuando escribimos de amor o por amor dejas el alma, el corazón y sentimientos desbordados en papel, le damos rienda suelta a nuestras emociones.

Escribir me equilibra de alguna manera, es un placer y una necesidad que invade mi alma. Tratar de  explicar a los demás como veo la vida me hace sentir intocable y eterna, cuando escribo siento que  sobrevivo a la muerte; me siento viva, plena, llena.

Siempre será música, libros y un Chai….

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SOMOS ASI

Queremos momentos, un lugar «chic» y una linda taza de té para las fotos que subimos a instagram los viernes por la tarde, un par de tenis de moda para nuestras fotos sublimes de pies.
Añoramos poner en facebook que tenemos una relación para la agonía a la espera de «likes» y leer los comentarios, queremos publicaciones dignas del mejor hashtag como la #parejaperfecta. Queremos tener a alguien con quien matar el tiempo y con quien ir de cuscún los sábados, quién nos consuele los domingos, con quién comer tacos los lunes y quien nos de los buenos días los martes y el resto de la semana. Queremos tener un acompañante a las reuniones, bodas, cumpleaños o graduaciones. Pero somos esa generación que no quiere «compromisos», o una etiqueta llamada «relación» o «noviazgo».
Navegamos por la vida en un fallido intento de encontrar a la persona ideal, o la adecuada. Nos deprimimos y entonces acudimos a las absurdas opciones de buscarla a través de las redes sociales, como si pudiésemos pedir a domicilio a nuestra media naranja. Encontramos artículos de 10 formas de gustarle a esa persona o 7 cosas que te harán saber que le gustas, creyendo y con la esperanza de tener la capacidad y el poder cósmico de adaptar a una persona para que se enamore de vos y poder salir con ella, como cuando tratas de hacer un DIY que has visto en Pinterest. Dedicamos y malgastamos más tiempo en nuestros perfiles de instagram que en nuestra propia personalidad. Y a pesar de ello no queremos una relación.
Nos mandamos mensajes directos, escribimos por whatsapp y nos mandamos fotos o videos por Snapchat y tenemos rollos subidos de tono. Quedamos para los happy hour, salimos por un café o vamos por una cerveza; buscamos cualquier cosa para evitar así tener una verdadera cita. Nos enviamos mensajes para mantener una cháchara sosa y vana con tal de no perder la costumbre.
Nos rehusamos a cualquier posibilidad de tener una conexión real, en tiempo real. Adoptamos la moda por competir a ver quién es el más indiferente, el más frío, quien es el más inestable y el menos disponible emocionalmente, porque la moda no nos permite ser auténticos espontáneos, sentir empatía o tener sentimientos profundos porque te convertís en una persona vulnerable y frágil. Y solo terminamos ganando el título: El soltero mas codiciado, pero que acabará solo.

Buscamos un frontage de una relación, pero no queremos hacer ese esfuerzo que conlleva tenerla. Queremos tomarnos de las manos, pero no somos capaces de mantener un contacto visual; coqueteamos, pero no queremos una conversación seria; exigimos y hacemos promesas, pero no queremos compromisos; pretendemos celebrar aniversarios, pero no queremos esforzarnos los 365 días que conlleva una relación.
Buscamos los famosos felices para siempre, pero no nos esforzamos por ello. Deseamos relaciones profundas, pero sin ir muy en serio. Como si no fuese lo suficientemente serio el simple hecho de sentir algo por alguien.

Queremos y buscamos quien nos apoye y nos dé la mano, pero no queremos darle a esa persona el poder para lastimarnos. Buscamos quien nos diga frases guarras para ligar, pero no les dejamos que nos conquisten, porque eso implicaría arriesgarnos y con la posibilidad que nos rompan el corazón y nos puedan dejar. Queremos que arrasen con nosotros, sentirnos parte de alguien, pero seguir siendo independientes y tener seguridad y a nuestras anchas. Pretendemos seguir persiguiendo la idea del amor, pero nos contenemos a caer en ella.
No buscamos ni queremos relaciones; deseamos amigos con beneficios, amigos con derecho a roce, “besitos, colchita, peli y permitidos”. Adquirimos todo eso que nos haga creer y vivir la vaga ilusión de que tenemos una relación, pero sin tenerla en realidad. Queremos todas las remuneraciones sin asumir ningún peligro, queremos tener toda la ganancia sin ningún importe.
Pretendemos sentir que logramos conexión con alguien, pero no demasiado. Queremos comprometernos un poquito nada mas, pero no al 100%, porque queremos tomarlo con “calma”, nos inventamos que no queremos ponerle etiquetas, solo pretendemos salir con alguien. Porque somos la era de las cosas a medias.
Cuando nos damos cuenta que las cosas se comienzan a poner en serio, lo primero que hacemos es huir. Nos ocultamos, desaparecemos. Y utilizamos la frase más trillada “hay más peces en el mar”. Muchas posibilidades de encontrar al verdadero amor.
Nuestra eterna lucha de encontrar la felicidad teniendo a alguien, como si ser feliz no fuera una decisión exclusivamente de nosotros. Y entonces quisiéramos que existiese una app que nos permitiera descargarnos a la persona perfecta; a la que pudiésemos actualizar cada vez que haya un fallo y/o borrarla cuando ya no nos sirviera. No queremos abrirnos y que vean lo profundo de nuestro ser; o lo que es peor, no queremos vernos comprometidos a ayudar a nadie a abrirse.
Queremos quitar las imperfecciones con YouCam Perfect y con filtros de Instagram. Preferimos una serie en lugar de tener una conversación real. Nos encanta la idea de querer a alguien a pesar de sus defectos, pero no permitimos que ellos vean nuestro autentico yo.

Buscamos un suplente, no una relación. Queremos un cuerpo presente y no una pareja. Queremos a alguien que esté a nuestro lado sentado mientras nosotros navegamos sin rumbo fijo por las redes sociales y así poder desconectarnos de la vida real. Fingimos no tener sentimientos aunque realmente seamos un libro abierto; queremos que alguien nos necesite, pero no queremos necesitar a nadie. Y creamos reglas absurdas de cómo debería ser estar con alguien. Porque la verdad de que esta generación “no quiera relaciones” es que, en realidad si las quiere.

«Quizá no era amor, tal vez, era esa pequeña necesidad de sentir algo diferente. Algo que marcara nuestra vida por un momento.»

«Errante»

No me gusta ese tipo de personas que empeñan su corazón y que hipoteca su alma por «evitar sufrimientos». Esas que van por la vida sin rumbo, sin objeto, bajo la ilusión de encontrar alguna estación.

«Un planeta me tocaba»

Cualquiera al verte diría que no eras todo, pero eras suficiente. Entraste a mí con ¿Que pasaría si? o bien en la probabilidad de lo improbable. Y me ofreciste todo lo que no necesitaba, y lo tomé porque quería aquello que no te sobraba. Después me besaste y no había estado viva, sentí el universo en tus manos: un planeta me tocaba, no eras tú el chico bonito que apenas conocía. Me hablabas sobre ti, de este mundo de locos, que llevabas pecados cometidos, pero que tenias la conciencia limpia.

Te veía a los ojos y no sabía que decirte, te llevaba a mis labios y me gustaba el beso tanto como odiaría separarme de ti. Y me ríes, erizas mi dermis y debilitas mi universo, me sentia caer en tu cosmos.
Acariciaba cada momento en el que te quedabas en mí aun cuando ya debía irme, y te besaba de nuevo despidiéndome para que sintieras que te quería ver de vuelta y regresar a tus labios.

Te fuiste como cualquier otro, pero quería que te quedaras en mí como el único. -No supe escoger las cadenas que te ataran conmigo y no como atadura de posesión; sino de libertad de querer permanecer. Tenés la cara que cambia el futuro, pero das los pasos que te alejan de mí, y te extraño.

No, no quiero guardar esto en ningún lado, ni tenerlo en el altar de las esperanzas creyendo que un día vamos a oscilar la bendición de tenernos.
No quiero andar por ahí vendiendo la vaga historia de amor de dos desconocidos que se toparon un día por casualidad en un café, con humedad y olores místicos, no quiero comprar un boleto a la magia de los imposibles.

Si, parecía todo muy bonito, solía parecernos una historia de perfección que pendía de un hilo, pero tú y yo amor, no éramos esos de aquellos que algunos pretenden, tú y yo no éramos la inspiración de la novela del siglo ni éramos esa clase de romanticismo de las comedias mas taquilleras del momento. Estamos mejor.

No quiero guardarnos en una fotografía que aspira volverse sepia y que con los años su valor y su recuerdo, se vuelva nuestra única existencia.

No,
Tú y yo, hasta hoy,
Podemos mirarnos a los ojos y decirnos bienvenidos, que los finales siempre nos llegara desprevenidos.

¿Y me ama?
-Hasta volverme loco.
¿A pesar de mi mal genio?
-A pesar de todo.

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¿Ser vulnerable?

La vida no te pregunta si quieres ser fuerte, la vida te obliga a serlo.

Pero ser fuerte no significa ser duro, pues ser duro no te hace más fuerte. Esto lo aprendí hace poco.

Durante toda mi vida, las circunstancias que viví me hicieron volverme una mujer DURA, de corazón, de sentimientos, de pensamientos. Mi corazón se veía envuelto en una  armadura que difícilmente alguien podría quitar, ante mi familia y amigos siempre he sido considerada como una persona «fuerte», no muy cariñosa, desconfiada, siempre a la defensiva, intolerante, fría, un tanto rencorosa, ofensiva, vengativa; todo esto una coraza para que «nadie» pudiera lastimarme y que no conocieran realmente que tengo un corazón de pollo y que soy frágil, porque ser frágil según yo era sinónimo de debilidad ¡Que estupidez!, una persona sentimental, y que puedo ser la mujer más cariñosa del mundo (hasta cursi). Una esencia que casi nadie tiene el privilegio de conocerla, una parte de mí que no compartía con casi nadie.

Y todo Porque tenía miedo de no ser aceptada, de que al mostrar mi parte más vulnerable alguien lo usara en mi contra y me lastimara, y fue así en muchas ocasiones.

Entonces comencé a creer que eso de la vulnerabilidad no iba conmigo. De más está decir que estaba tan equivocada al tener esos pensamientos triunfalistas y peor aún, expresarlos. El sentimiento de vulnerabilidad abrió paso al miedo, miedo de sentir, de creer, de confiar, de dar y no recibir, de que conocieran lo profundo de mi ser y mi verdadera esencia.

Pero somos vulnerables desde que nacemos y es parte de nuestro día a día. Lo que sucede es que no somos conscientes de ello si no nos detenemos y lo analizamos. Ser vulnerables es un sentimiento positivo porque funciona como un antídoto frente a los despropósitos de otras personas que se basan en perjuicios para lastimar, desacreditar, destruir.

Ser frágil no nos hace débiles, llorar también llena. La vida existe en la vulnerabilidad, en el peligro, en la inseguridad. Cuando mayor es la calidad de vida, más frágil es. Una rosa, un soneto, una canción, la música… ¡Vibra durante un segundo y desaparece! El amor: está un momento ahí, al siguiente ya no. A medida que pasa el tiempo y descubrimos cosas, vuelven más cosas y más vulnerables. Fingir ser fuerte es una tontería, es un error. No es más que un juego de ego, llega un día en que toda esa fuerza se desvanece.

Así que un día desperté pensando en ello, en que de bueno me había pasado siendo «fuerte»? NADA! o por lo menos no mucho, que había dejado escapar muchas cosas.

Hay que ser vulnerable para saber que es la vida; ser totalmente abierto, inseguro. No te protejas. Se inseguro, sé vulnerable, entrégate y deposita tu confianza. Es riesgoso, da miedo; da miedo que alguien llegue a tu centro, a tu alma, a lo profundo de tu ser, porque nunca sabrás que es lo que te puede hacer, una vez que conozca todos tus secretos, que todo lo que ocultabas sea conocido, una vez que quedas completamente expuesto, nunca sabrás que es lo que hará la otra persona y es por ese miedo que nunca nos abrimos…

Debemos aprender a ser vulnerables, a deshacernos de la armadura, a abrir puertas y ventanas para dejar de aferrarnos al miedo; aprender amar a la gente.

Porque el amor es la llave que abre todas las puertas. Y el miedo desaparecerá. El día  que todos aprendamos a confiar en toda la existencia, sabremos que no podremos salir lastimados, porque seremos parte de ella. ¿Y cómo podría el todo herir a una de sus partes?

Entonces sabrás que no te va a lastimar.

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Silencio

Cuando florece la intimidad cada expresión, cada palabra que pronuncias es importante, es por eso que no puedes jugar tan fácilmente con las palabras, porque todo tiene importancia; por esa razón habrán momentos de silencio. Un silencio que pocos entenderán.

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O.

» Me di cuenta que crecí»

Te estás dando cuenta que tu círculo de amigos es más pequeño que hace unos años. Te das cuenta de que cada vez es más difícil ver a tus amigos y coordinar horarios por diferentes cuestiones: trabajo, estudios, pareja, etc. Y cada vez disfrutas más de ese trago que sirve como excusa para charlar un rato.

Las multitudes ya no son “tan divertidas”, hasta a veces te incomodan o te aburren. Extrañas la comodidad del colegio, de los grupos, de socializar con la misma gente de forma constante. Pero te empiezas a dar cuenta que mientras algunos eran verdaderos amigos otros no eran tan especiales después de todo. Te diste cuenta de que algunas personas son egoístas y que, a lo mejor, esos amigos que creías cercanos no son exactamente las mejores personas que has conocido y que la gente con la que has perdido contacto resultan ser de los más importantes amigos para ti. Ríes con más ganas, quizás te acuestes por las noches y te preguntes por qué no puedes conocer a alguien lo suficientemente­­ interesante como para querer conocerlo mejor. Pareciera como si todos los que conoces ya llevaran años de novios y algunos empiezan a casarse y tener hijos. Quizás tú también amas realmente, pero simplemente no estás seguro si te sientes preparado para comprometerte por el resto de tu vida. Los ligues y las citas de una noche te empiezan a parecer baratos, y emborracharse y actuar como un idiota empieza a aparecerte verdaderamente estúpido. Salir tres veces por fin de semana resulta agotador y significa mucho dinero para tu sueldo. Tratas día a día de empezar a entenderte a ti mismo, sobre lo que quieres y lo que no. Tus opiniones se vuelven más fuertes. A veces te sientes genial e invencible, y otras solo, con miedo y confundido. De repente tratas de aferrarte al pasado, pero te das cuenta de que el pasado cada vez se aleja más y que no hay otra opción que seguir avanzando. Te preocupas por el futuro, dinero y por hacer una vida para ti.

Te das cuenta simplemente que has crecido.

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Decidí

Un día me vi frente al espejo, miré a través de mis ojos y pude ver mi alma rota, frágil. Decidí entonces ser otra persona.

Decidí que mi felicidad solo depende de mí, que no necesitaba una relación para amar a alguien. Que si alguien me ofrece y me da su cariño y amistad, aceptarlo sin tantas preguntas; porque lo especial es cuando se ofrece amor sin pedir nada a cambio.

Decidí ser de esas que atacan y no esperan a que la bombardeen. Me convertí en una mujer que sabe lo que quiere. Deje de desear que mi vida fuera diferente, y empecé a ver que todo lo que ocurre es esencial para mi crecimiento. Descubrí que hasta los planetas chocan y de ese caos nacen las estrellas.

Desde entonces ya no brotan recuerdos, ya no existe nada y todo aquello por la que una vez lloré, ahora ya no tiene sentido.

Y entonces después de todo eso, llegaste tú e hiciste que todo mi yo virara y comencé a relajar mi corazón y dejarlo dispuesto, abierto para volver a sentir.

Porque cuando ya no existía nada apareciste tú.

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Ojos de ayer

Vivimos cometiendo el error de mirar lo de ayer con ojos de hoy, vivimos queriendo que las cosas vuelvan a ser igual, a ser las mismas, cuando ni siquiera tu sigues siendo el mismo. Como si se pudiera reciclar los sentimientos, los lamentos, los suspiros.

Es como si intentaramos dar un mismo beso por segunda vez.

Porque ese amor que se fue, que perdimos, ese ya no vuelve y si por alguna razon llegará a volver, jamás será lo mismo que fue por primera vez.

Porque no podemos ver el hoy, con ojos de ayer.

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Cuando de cobardes se trata…

“Hay personas que hacen un esfuerzo enorme para amar. Ellas no saben por dónde empezar y si se encuentran con algo grande, no saben cómo manejarlo. Cuando los veas de frente, no te engañes, nunca podrás cambiarlas. Contigo saben el significado más profundo del amor, pero nunca van a ser lo suficientemente valientes para tener el valor de quedarse.”